El
sol se estaba ya asomando por las enormes montañas del oeste de la cuidad, los
pájaros volvían con su canto como si nada hubiese ocurrido nada en las últimas
horas, un frio intenso recorría mis brazos dándome unos escalofríos hasta mi
espalda. Llevaba al menos una hora desde que salí de casa de Stan y Allie, tal
vez ellos despertarían en una hora al menos, y al notar mi ausencia, o se irán
o me vendrán a busca, la verdad no lo sé pero prefiero cualquiera de las dos
opciones.
En
cada calle siempre miraba lo mismo, un pequeño grupo de zombies buscando algo
para echarle el diente, como estaban a una muy buena distancia alejados de mí,
los esquivaba sin que notasen que yo pasaba junto a ellos. A unos cuantos
metros ya casi llegando a mi calle, una densa neblina cubrió las calles y con
ello mi vista. Comencé a desesperarme, por un momento había olvidado por donde
iba, pero me agache lentamente al oír los pasos y el pequeño y seco gruñido de
zombies acercarse, decidí revisar el suelo rápidamente para notar mis pisadas
en la tierra con la pica visibilidad que tenía. Cuando las encuentro, me
levanto rápido antes de seguir con mi caminata, pero al hacerlo, un zombie aparece justo enfrente de mí y mi primera
reacción es dar un par de pasos hacia atrás mío y darle con el hacha en la
cabeza, eso provoca llamar la atención de los demás zombies. Nuevamente me
desespero, por que llego a ver sus siluetas a mi alrededor.
Como
sombras de fantasmas, acercándose a su víctima como si todo fuese una pesadilla
o mal sueño, eso sentía en ese instante, ellos venían por mí y solo me eche a
correr a la dirección donde me dirigía, embistiendo, esquivando y atacando a
cada zombie que se me cruzaba en el camino y no me permitía avanzar. Corrí por
unos minutos hasta que la densa neblina desaparece y lograr llegar a mi barrio,
lo reconocí por las casas de mis vecinos, las luces de algunas estaban
encendidas, se notaba las sombras de algunas personas, que se refugiaban allí,
volteo un poco y volví a oír a los zombies acercarse, ubico mi casa a unas
cinco casas más allá, voy hacia ella rápidamente, termino saltando sobre la
cerca y al ya estar al fin en mi casa, me calmo, estaba seguro por ahora, las
luces de esta estaban apagadas, trague saliva y me acerque, como tenía mis
llaves (las cuales perdí en el edificio de exposición) busco en el escondite de
mi madre, bajo un florero, algo típico y extraño pero en este caso muy
eficiente.
Saco
la llave de su sucio escondite, le limpio los residuos de tierra que tiene con
la manga de mi abrigo, la meto en la cerradura, giro lentamente para así abrir
la puerta -¿hola? ¿Mamá? –digo en voz baja entrando a mi casa y cerrando la
puerta detrás de mí. Sin pensarlo dos veces, me tiro en el sillón, toda esta en
calma, se nota que no hay nadie aquí, me acomodo en el sillón de tela de
cashmere de mi madre, que había comprado hace unos años en Europa, cuando vivíamos
allí, luego de un rato me levanto a beber agua y noto lo sucia que esta mi
ropa, incluyéndome, con tierra y muchas manchas de sangre.
Comencé
a revisar toda la casa, habitación por habitación, pero no tuve suerte, no
encontraba nada más que las pertenencias de mi familia, cuando me dirijo a la
habitación de mi madre, un escalofrió me ahuyenta desde la puerta, pero al
intentar entrar, me doy cuenta que esta con seguro, no le llego a dar
importancia así que me voy al baño a darme una ducha. Me quito toda la ropa,
quedando en completa desnudes y me meto a la ducha, en donde al abrir el grifo,
el agua caliente cubre todo mi cuerpo, calentando mi sangre y mi cuerpo que
estaban muy fríos al estar varias horas en la calle, me limpio por completo
quedando parado allí pensante dejando que el agua cayese sobre mi cuerpo, hasta
que en unos minutos salgo cubriéndome de la cintura para abajo con una toalla
roja.
Unos
gritos me alertan, nadie a quien conozca creo, obvio debía ser alguien siendo
atacado por un grupo de zombies, pero no era mucho de mi importancia. Llegue a
mi habitación, el cual estaba tal cual la deje el día de ayer antes de irme a
la preparatoria. Me elijo un juego de ropa como para esta situación, de seguro
pasare la mayor parte del tiempo huyendo de estas criaturas casi todos los
días, unos pantalones oscuros, me puse unas botas, playera gris. Aproveche de
reunir todo lo que necesitase, comida, ropa, fósforos y linternas, me arme con
algunos cuchillos y luego busco mi arma a mi habitación, otros gritos se oyen a
las afueras, me tumbo en la cama y cerré mis ojos un momento para pensar en un
plan para volver a casa con los chicos.
Camine
a echar un vistazo a la habitación de mi madre a ver si había algo, como aún
estaba trabada comencé a aplicar fuerza contra ella para al menos echarla
abajo.
Luego
de diez intentos, logro poder abrirla, pero de inmediato me quedo helado al ver
lo que tenía enfrente de mis ojos. Sangre, por todos lados en la cama yacía un
cuerpo apunto de moverse, mi madre, mis ojos se cristalizaron y deje derramar
unas lágrimas –madre… -susurro asustado y conmocionado, apenas vi eso, acepte
también el hecho de la muerte de mis hermanos, los cuales, sé que debían haber
estado saliendo de la escuela cuando todo esto empezó. El cuerpo se iba a
levantar y yo solo me tino gritar en
llanto -¡NOO! –me tire hacia atrás cerrando con mucha fuerza la puerta que
llega a hacer eco, y tirarme al suelo de rodillas para seguir con mi llanto. En
mi mente comenzaron a pasar muchas imágenes horrorosas. Era mi madre, y no lo
había logrado, me sentía como un gran muro de concreto caía sobre mí y solo
quería morirme en ese momento. Me levante rápido y corrí a mi habitación hecho
furia, revise en lo más profundo de mi armario y de allí saque unas hachas negras
de uso militar completamente letales y fácil de manipular que incluso se podían
lanzar, y yo sabía cómo hacerlo,
Me
arme por completo, antes de salir sentí como mi madre ya convertida golpeaba la
puerta intentado salir, prepare mis cosas, una vez más cerré con fuerza mis
ojos, y un sinfín de hermosos momentos que jamás olvidare pasaron por mi mente,
apreté mis puños, sea quien sea que allá provocado todo esto debía pagar.
Abrí
ojos y la imagen cambio afuera de casa ya habían zombies reunidos, por mí, queriéndome
atacar, deje las cosas en el suelo, mi sangre se aceleró, mi adrenalina subió,
veía como la cerca se iba a venir abajo, solo espere. Di un profundo respiro,
me puse el hacha grande a la espalda las otras dos a mis manos, mire fijamente
a las criaturas que ya habían tirado las cercas abajo y como un ligero viento,
me tire hacia adelante y comencé a luchar, destrozar, cortar y acabar con todos
los zombies, sentí como su sangre manchaba mi ropa pero no me importaba. No me
detuve en matar a todos los zombies hasta que no quedase ninguno a mi
alrededor, sentí ira, odio estaba sediento de sangre, comencé a jadear apenas
acabe, un ruido me distrajo un momento, pero lo ignore, yo solo quería seguir
peleando y matar a todos estos zombies.
Una
mano se me puso en el brazo y estaba a punto de atacar hasta que escuche mi
nombre –Steven –me volteo y estaba allí Katie, mirándome asustada, me fije en
los otros chicos y a la vez yo vi en el que se fijaban, había acabado con más
de veinte zombies sin ningún problema, miro a los chicos y suspiro –Hola… -me
separe de Katie y fui por las cosas, Stan me ayudo y una vez en auto mire por
última vez mi casa, en donde mi madre hecha zombie. Decidí entrar como no
quería verla así jamás, abrí todas las válvulas de gas, encendí una caja de
fosforo y me aleje rápido.
Stan
sabía lo que había hecho y apretó marcha lo más rápido que pudo y apenas nos
alejamos mi casa explota, eliminando todo recuerdo que quería olvidar y me
impediría a mantenerme firme para esta lucha por la sobrevivencia que estaba
viviendo.